Durante nuestro presente viaje en el sur de África, hemos tenido la oportunidad de visitar una de las tribus originarias de Namibia, la tribu Himba. Este grupo étnico de tradición nómada, está representado a día de hoy en una aldea educacional en el norte del país donde viven en su mayoría mujeres y niños, siendo también un pequeño orfanato para algunos de ellos. ¿Y qué es una aldea educacional? Se trata de un poblado donde los Himba viven según sus costumbres y tradiciones y se dan a conocer a los viajeros que lo visitan como forma de ganarse la vida de manera digna a través del turismo.
Este tipo de visitas siempre suelen ser controvertidas pues aunque los Himba, en su mayoría mujeres, visten vistosos atuendos tradicionales y se comportan como lo harían fuera de la vista del viajero, para muchos visitantes supone una situación un tanto incómoda pues a veces se tiene la sensación de estar invadiendo su intimidad.
Según nuestra experiencia, la mejor manera de disfrutar de esta visita y realmente aprender sobre las Himba es tomarlo como una visita a cualquier otro pueblo de cualquier país occidental, de forma natural, hablar con ellas, jugar con los niños, interesarse por sus actividades y consultar con el guía local todas las dudas.
Al final de la visita, las mujeres tienen montado un pequeño mercado de artesanías, hechas por ellas mismas y que les permite a cada una ganarse un pequeño sueldo para sus gastos personales a través de la venta de los objetos que realizan.
Al fin y al cabo, para las Himba de esta aldea, estas visitas suponen un intercambio justo y digno que les permite desarrollarse y sobre todo, conservar su cultura a la vez que se mantienen intactas al resto de aldeas y miembros de la tribu que viven en otras zonas menos accesibles del país.
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Este tipo de visitas siempre suelen ser controvertidas pues aunque los Himba, en su mayoría mujeres, visten vistosos atuendos tradicionales y se comportan como lo harían fuera de la vista del viajero, para muchos visitantes supone una situación un tanto incómoda pues a veces se tiene la sensación de estar invadiendo su intimidad.
Según nuestra experiencia, la mejor manera de disfrutar de esta visita y realmente aprender sobre las Himba es tomarlo como una visita a cualquier otro pueblo de cualquier país occidental, de forma natural, hablar con ellas, jugar con los niños, interesarse por sus actividades y consultar con el guía local todas las dudas.
Al final de la visita, las mujeres tienen montado un pequeño mercado de artesanías, hechas por ellas mismas y que les permite a cada una ganarse un pequeño sueldo para sus gastos personales a través de la venta de los objetos que realizan.
Al fin y al cabo, para las Himba de esta aldea, estas visitas suponen un intercambio justo y digno que les permite desarrollarse y sobre todo, conservar su cultura a la vez que se mantienen intactas al resto de aldeas y miembros de la tribu que viven en otras zonas menos accesibles del país.
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